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¿Cómo afectan los trastornos vestibulares en la infancia?

El vértigo paroxístico benigno es la causa más frecuente de vértigo episódico en niños entre 2 y 8 años, con una prevalencia del 2,6%. Se caracteriza por breves crisis recurrentes de vértigo, de segundos a minutos de duración, que aparecen sin previo aviso en niños que por lo demás están sanos, resolviéndose de manera espontánea. Los niños pequeños con vértigo pueden no ser capaces de describir los síntomas. Algunos pacientes refieren náuseas y vómitos. Los síntomas auditivos no son habituales. Durante la crisis, a menudo se observa nistagmo y desequilibrio, que son explicados después por los padres, siendo la exploración intercrisis normal.

El diagnóstico de VPB requiere una función audiovestibular normal, por lo que es preciso realizar un examen auditivo conforme a la edad del niño. La valoración de la función vestibular puede ser clínica o completarse con pruebas de función vestibular, bastando habitualmente el video head impulse test (vHIT).

Migraña vestibular 

El síntoma más frecuente es el vértigo rotatorio, aunque los pacientes también pueden referir sensación de mareo, balanceo, vértigo posicional, vértigo inducido visualmente, inclinación o desequilibrio. En los niños, especialmente los pequeños, la MV puede presentarse de modo distinto que en los adultos, por ejemplo, con dolor abdominal recurrente que, en ocasiones, cumple criterios de migraña abdominal.

Existen otras causas menos frecuentes de vértigo que el VPB y la MV como:

  • Laberintitis: la más común es la vírica y suele estar producida por virus como los de la gripe, el sarampión, la varicela, la parotiditis o la rubéola. En todos los casos aparece un cuadro brusco de vértigo acompañado de hipoacusia y acúfenos.
  • Paroxismia vestibular: ha sido descrita en niños que presentan crisis de vértigo muy frecuentes, pero de muy corta duración. Además, pueden referir síntomas auditivos.
  • Hipoacusia neurosensorial (HNS) y alteración vestibular: la afectación vestibular en los niños con HNS es muy frecuente, describiéndose entre el 20% y el 70%.
  • Fístula perilinfática: es más común en niños que en adultos. Se caracteriza por episodios breves de vértigo desencadenados por acciones como toser, estornudar, levantar pesos, ante ruidos intensos o tras ejercer presión sobre el trago.
  • Vestibulopatía bilateral: estos niños presentan inestabilidad durante la marcha, que se agrava al caminar sobre superficies irregulares o en la oscuridad. 
  • Cerebelitis aguda: es un síndrome cerebeloso agudo que cursa con inestabilidad asociada a menudo con cefalea y vómitos, con distintos grados de alteración del nivel de conciencia; a veces con febrícula o fiebre.
  • Ataxia episódica tipo 2: este trastorno neurológico de origen genético se suele manifestar en la infancia y se caracteriza por ataques de desequilibrio, disartria y vértigo desencadenados por el ejercicio físico.

Tratamiento 

El VPB no suele requerir tratamiento, ya que remite espontáneamente; es importante calmar la ansiedad de padres e hijos explicando la naturaleza de la enfermedad. Si los episodios son frecuentes se puede plantear un abordaje similar al de la MV, es decir, con medidas higiénico-dietéticas que incluyen hidratación, higiene del sueño, ejercicio, dieta equilibrada, identificación de alimentos o situaciones desencadenantes para evitarlas y terapia cognitivo-conductual. Lo mismo ocurre con la paroxismia vestibular que suele resolverse espontáneamente a partir de los 6 años.

La rehabilitación vestibular puede estar indicada en aquellos niños que refieren desequilibrio intercrisis, aunque también se ha demostrado eficaz como primer escalón terapéutico junto con las medidas higiénico-dietéticas. La vestibulopatía bilateral, además del tratamiento específico de la posible causa, requiere rehabilitación vestibular para potenciar los mecanismos de sustitución sensorial.

En el caso de la neuritis vestibular, que aparece en un 16% de los niños, el tratamiento con corticoides y rehabilitación vestibular sería el más adecuado.