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Síntomas frecuentes en infecciones de garganta

Las infecciones de garganta son una de las patologías más prevalentes del otoño y el invierno, tanto en niños como en adultos.

En concreto, las infecciones más habituales son la faringoamigdalitis, la laringitis y la faringitis. Estos son sus síntomas principales para reconocerlas, y lo más importante: hay una serie de pautas con las que se pueden disminuir el número de estas infecciones y los molestos síntomas que traen consigo.

 

Faringoamigdalitis

Los principales síntomas que se presentan en esta patología son dolor de garganta, disfagia (dificultad para tragar), hipertermia (fiebre), adenopatías (aumento de tamaño o inflamación de los nódulos linfáticos) o inflamaciones cervicales asociados a síntomas más inespecíficos como náuseas, vómitos, cefalea (dolor de cabeza) y hasta dolor abdominal en muchos ocasiones. Hay que precisar que su diagnóstico a veces es complicado porque  los pacientes con faringoamigdalitis no siempre presentan las manifestaciones clásicas, sino que pueden padecer disfonía, conjuntivitis, estomatitis (boca hinchada, dolorida, y con úlceras), aftas, exantema (erupción cutánea),  y esplenomegalia (agrandamiento patológico del bazo).

Inflamaciones e infecciones cervicales

Las inflamaciones o infecciones de los ganglios cervicales presentan síntomas locales como la presencia de una masa en el cuello, enrojecimiento de la piel, fístulas, asimetrías, etc.  En casos más graves también pueden cursar con fiebre, pérdida de peso -e incluso, un trastorno de la conducta alimentaria como anorexia-, escalofríos, sudoración nocturna y hasta cambios de conducta. Estas inflamaciones a veces son causadas por la enfermedad del beso, o mononucleosis, causada por el virus de Épstein Barr, a veces asintomático y otras, con malestar general, fiebre, amigdalitis exudativa y adenopatías cervicales bilaterales.

Laringitis

Su síntoma más característico es la disfonía. En casos graves pueden llegar a provocar disnea o dificultad respiratoria  junto a la característica tos perruna, que acompañan habitualmente a la hipertermia (fiebre) moderada y el estridor, un sonido respiratorio anormal, como una especie de chillido.

Faringitis

Suele ser de inicio brusco, con predominio de sequedad y constricción faríngea, y, en ocasiones, sensación de quemazón, además de carraspeo. En casos graves puede haber fiebre o cefalea.

Qué hacer para evitar las infecciones

Hay ciertas medidas de prevención que pueden reducir los factores de riesgo que predisponen a sufrir estas infecciones. Algunas de ellas son las siguientes:

-Una dieta sana y equilibrada: la dieta debe aportar nutrientes ricos en vitaminas y minerales que fortalezcan el sistema inmunológico frente al ataque de virus y bacterias.

-No fumar ni beber alcohol: el tabaco irrita la faringe y la laringe. Debilita sus mucosas y las deja más desprotegidas frente a los patógenos causantes de las infecciones. El alcohol también provoca irritación en las mucosas de la garganta, y por tanto, las hace más vulnerables al ataque de agentes infecciosos.

-Hidratación óptima: facilita la eliminación de gérmenes, además de proteger la mucosa frente a los agentes patógenos.

-Higiene correcta: se recomienda taparse la boca con un pañuelo desechable al estornudar o toser, lavarse las manos con frecuencia y no compartir ciertos utensilios para prevenir contagios.

-Descansar correctamente y no forzar la voz: cuando la garganta y las cuerdas vocales descansan y no se abusa de ellas, están más protegidas frente a las infecciones.

-No automedicarse: se debe consultar con un profesional sanitario la conveniencia del tratamiento a seguir en función del origen de la infección. El uso de antibióticos sin prescripción médica aumenta las resistencias bacterianas a los antibióticos. Con las resistencias bacterianas, las infecciones serán mucho más graves y complejas de trataren apenas unos años, y siempre hay que recordar que los antibióticos son útiles contra las bacterias pero no contra los virus.

-Evitar en la medida de lo posible el estrés: el estrés puede debilitar la garganta y hacerla más vulnerable a los procesos infecciosos.

-Evitar factores contaminantes del entorno: la polución, los vapores irritantes, y las variaciones bruscas de temperatura también pueden debilitar nuestra protección en la garganta y exponerla más ante los patógenos.